Volcán Ojos del Salado (6934m)

El Ojos del Salado ( 6.934 mts.) fue ascendido por los Polacos  Justan T. Wojszns y Jan Alfred Szczepanski el 26 de Febrero de 1937.   Pasaron veinte años para que la cumbre fuera visitada: con diferencia de días  Mathías Rebistsch  hizo la segunda escalada desde Argentina  y el Capitán Rene Gajardo la tercera por lo que hoy es la ruta Chilena normal.   En adelante, invariablemente, todos siguieron los pasos de la segunda y sobre todo de la tercera ascensión.
 
La ruta de los Polacos quedo en el olvido…

PRIMER INTENTO

Nosotros habíamos andado mucho por las soledades de Catamarca y habíamos visto muchas cosas. En el invierno del 2001, mientras la tormenta  nos expulsaba del vecino Tres Quebradas ( 6.250 mts.)  tomé  algunas fotos que con el tiempo fueron alimentando la aventura insensata en la que nos embarcamos durante varios años: detrás de un  enorme boquete abierto entre el volcán Walter Penck y el Cerro Solo parecía abrirse un acceso al Ojos del Salado totalmente diferente a los usados hoy día. En aquel momento  no preste atención a la lata de te “Victoria” quemada por un rayo que la expedición Polaca había dejado en la cumbre. 

 

Recien en el otoño del 2007 pudimos hacer con Adrian Petrocelli el primer intento.  Como parte de la aclimatación nos fuimos a subir, un poco demasiado de repente, un cono volcánico de unos 5.100 mts. sobre el abra del campo negro, creyendo que era virgen. Pero estaba subido por otros humanos, algunos habían dejado leña y otros unos papeles blancos que decían que eran marplatenses y que el cerro se llamaría "Inca del Mar" en honor a los ascencionistas de todas las culturas.

 

 Vista al norte desde las ruinas de la mina Aparejos (cobre): De derecha a izquierda: Inca del Mar, Pirca Redonda, cordon de los Nacimientos y laguna de los Aparejos

 

 

Lo que hasta hoy es la puna catamarqueña,  es lugar todavía solitario y con algunos problemas. Se depende demasiado de que no haya una descompostura mecánica o física.  Que el vehículo o el humano no puedan marchar, es muy grave. Como recorrer 150 kilómetros si no hay agua potable para reabastecerse ???  Resolvimos la cosa abandonando bidones con agua. Los enterrábamos para tratar de evitar que se congelaran y construiamos un monolito para poder verlos. enterrábamos cada 20 o 30 kilómetros, en lugares bien visibles, tomando y anotando las referencias cercanas y lejanas. Si había que caminar podríamos todas las noches llegar a un reabastecimiento. 

 

La 7 de Enero. La formacion clara es piedra sedimentaria que aflora entre tanto escombro volcanico

 En la quebrada que une el campo negro con el valle de la salina de la laguna verde clavamos un cartel de letras rojas que dice " La 7 de Enero". Es el nombre de esa quebrada, que mas que una quebrada es otra chacarera que escribimos muchos años atrás. Uno ha hecho lo que ha podido.  A duras penas llegamos al pie del Cerro Solo, desde donde comenzaríamos a caminar. Sobrepasamos el campamento del año anterior y seguimos hacia el noreste. Demasiado esfuerzo para el motor, demasiada pendiente con la arena a media rueda, a veces no había primera baja que valiera. Acampamos hacia el este el enorme "Campo bayo" un largo plano inclinado de lava y ceniza ácida que algunas veces, habrá derramado el cerro Solo. Tiene mas de 10 kmts. de largo y aunque apenas esta erosionado por el agua, esta bastante modelado por el viento en formas sinuosas.

 

Hacia el norte por el rio Salado. A la izquierda todavía se observan las sendas de mulares de la antigua huella

 

El clima viene respetándonos bastante, hace frío pero el viento no nos vuela. Armamos la carpa sobre piedra pomez y arena. El piso es tan claro que de noche y sin luna se ve todo el paisaje. Desgraciadamente, cuando por la mañana preparamos la camioneta para la soledad, vemos que el anticongelante del radiador es un bloque de hielo. habrá reventado todo ? Así es que a ultimo momento en la mochila se agrega este entupido incidente, porque, vale la pena decirlo, estamos a 150 kilómetros de las Coipas, tan lejos que tal vez nos convenga en una emergencia atravesar la frontera.

 

Cañada de los Grillos a 5000 mts. A la izquierda contrafuertes del cordón fronterizo

 

El primer dia resulta bastante duro, cada uno carga 6 kilos extras de agua. En un año seco, sin manchas de nieve, hasta la Laguna de la Salina Verde esta corta de agua. Seguimos una profunda hendidura limitada por el cordón fronterizo, con varias cumbres de cinco mil, alguna interesante. El vallecito ha sido labrado por el agua recolectada de una gran cuenca abierta entre los grupos Ojos del Salado y Nacimientos. De alguna forma el agua fue dando algo de orden a este paisaje caótico, por lo menos hay una cierta relación dendrítica.  Bautizamos la cañada. "De los grillos", porque increíblemente hay grillos que no se de que se alimentan. 

Resulta al comienzo del segundo día difícil orientarse porque la cañada esta sumergida como 200 mts. debajo del terreno principal. Pero al final vemos para donde vamos, lejos, al este. El ojos del salado sigue sepultado detrás de tres cordones de unos 6.300 a 6.600 mts. que hemos llamado "los tres cordones interpuestos"  Este segundo día tampoco se sobrelleva bien, aunque ya nos tomamos la mitad del agua. No se como es la cosa, pero con mucha menos agua de la que dicen los libros uno ya esta sobrehidratado. Yo se que el metabolismo genera agua, pero cuanto será esa agua ????

 

Un tipo elegante observa el paisaje: Cerro Solo y al pie el Campo Bayo durante un ascenso a las Yamilas.

 

Andamos por la frontera, de un lado y de otro.  El sitio es un caos. Cuando quieran trazar bien ese limite muchachos, van a tener que llamarnos a Adrián y a mi, porque tiene muchos secretos.  Entre el habitual roquerio volcánico aflora  granito, alterado a veces en filones, rojos, verdes.  A lo lejos dos enormes cerros alterados, una cumbre volcánica de azufre y un derrame de lava café con leche.

Terminamos ese día asomados a una cuenca sin desagüe sobre los 5.900 mts. Todavía tiene el resto del glaciar que la modelaba y que antes derramaba hacia Chile. Hoy no, así que no se a que país pertenecerán esas miles de hectáreas de hielo, duro, vidrioso. Buscamos un reparo, andamos y desandamos esta extraña planicie y demos con una mediocre piedra que deja armar la carpa. Cuando nos ponemos a alisar el piso... aparecen unos vidrios de viejas botellas. Quien ha andado antes por aca ¿? Un año despues se revelaria el misterio.  Las noches eran medio feas, entre el insomnio, el hielo que caía del techo y las continuas idas a orinar. Por eso digo, resulta que no solo no nos faltaba agua sino que con 3 litros estábamos sobrehidratados. Adrián me puteaba por toda el agua que le había hecho tomar.   Al día siguiente salimos con toda la carga y los grampones puestos para tratar de pasar los 3 cordones interpuestos y tratar de acampar al pie del ultimo cono volcánico del Ojos, el cumbrero. El paisaje se alargaba, con tantos años andando por acá igual se alargaba demasiado. Dejamos atrás varios campos de piedras que habían volado de unos cráteres que parecían bastante recientes. Hubiera sido lindo asomarse, pero no había fuerzas.

 

 

Entrando al glaciar tubular, 6.300 mts, al fondo nacimientos, con el tiempo llamados “Walter Penck”.

 

Pasamos el primer cordón interpuesto por la izquierda y ya encima del segundo cordón, sobre los 6.300 o 6.400 llegamos a un glaciar completamente plano. Un paisaje tubular, la vista bloqueada a pocos centenares de metros por dos pequeños cordones alargados y al frente una depresión, la que llevaría al pie del ultimo cono. Estábamos a una altura estratosferica pero dentro de otra cañada, las rarezas de los paisajes volcánicos.   No tenemos como parar el frío, la ropa vieja y rota - nuestro orgullo - termina causando problemas.   Ahí vino un mal tiempo de golpe y de golpe las cosas se acumularon. Entre el viento, mi sordera y la afonía de Adrián, no había comunicación bajo el cielo de leche condensada. No se que discutíamos a los gritos, paraditos en el hielo, zarandeados por el viento. Me acuerdo que con la punta de la piqueta yo hacia dibujitos en la nieve.   Donde estaban las fuerzas que nos habían traído hasta acá ?? Un rato antes íbamos para adelante y enseguida todo estaba igual que hacia miles de milenios, pero los tipitos ahora iban para atrás.   Así termina esta historia. Al ojos no lo vimos nunca. Tan cerquita que estábamos pero nos tapaba una lomada, una lomada de 6.700 mts.

 

 

 

SEGUNDO INTENTO

 

De reojo veo como mis amigos se bambolean sin control y golpean contra el techo y las puertas. No hay tiempo para remordimiento, tratando de no encajarme en los guadales de piedra pómez maniobro sin piedad y consigo que la camioneta gris siga subiendo.  Hace horas dejamos la ultima vegetación en el paraje “Agua de Olmedo”, atravesamos a lo ancho el valle de la Salina de la Laguna Verde y por un laberinto de basalto color lacre conseguimos forzar la entrada a este  estrecho pasadizo de arena que a cada momento parece finalizar. Catamarca termina apenas un poco mas adelante, en un collado que continua en territorio Chileno.   El arroyo seco se transforma en un profundo cañón labrado en el material suelto cortándose en un escalón de piedra.  A 4.600 mts. nos apeamos y despacio, envueltos en el polvillo volcánico blanco examinamos el asunto. Los ingenieros dictaminan: no será posible avanzar mas. La tarde se escapa organizando las cargas, acomodando los vehículos, enterrando recipientes: no hay menos de cien kilómetros al agua potable y cuando regresemos, dentro de una semana, no queremos encontrar congelada la que hemos acarreado.

 

 

 

Laguna de la Salina a la izquierda con el Tres Cruces al fondo y nuestra via de subida en el 2000 al medio.

El Rio Salado pasa por el cañadon que se ve al centro de la foto.  Donde termina la laguna a la izquierda se va hacia 3 Quebradas, a la derecha al Portillo

 

 

Agua de Olmedo, unos 4.200 mts algunas aguas brotan con distintas temperaturas y salinidades originando el Rio Salado. Las pendientes del fondo a la izquierda son de las “Yamilas”, el horizonte, al oeste es cerca de la frontera

 A la mañana los vehículos quedan atrás. Caminamos al pie del cordón fronterizo, siguiendo un lecho seco que hemos llamado “Cañada de los Grillos”. Giramos al norte y empezamos a alejarnos del Cerro Solo y el “Campo Bayo”. El Ojos del Salado todavía esta muy lejos.  El paisaje esta perturbado y dominado por la actividad volcánica.  Este es el país de la aridez, no hay vegetación alguna y ni siquiera aflora roca sólida: todo el terreno esta sepultado en mares de ceniza y arena blanca.  A 5.200 mts. hacemos campamento en un pobre lugar sin atractivos, el mismo que el año pasado. Es la metáfora de la cigarra y la hormiga: Juan Pablo Gustafsson y Fernando Arranz, han caminado mas pesados pero gozan ellos solos de la carpa mas grande y la dieta mas abundante. En cambio Guillermo Bianchi, Adrián Petrocelli y yo comenzamos a pagar las restricciones, apenas conseguimos entrar a presión en la carpa mas chica, que empieza a desmantelarse.   Desperdiciamos buena parte de la mañana cosiendo nuestra carpa, luego abandonamos la cañada manteniendo la dirección noreste, subimos un empinado talud de material suelto y entramos a una planicie árida hasta lo increíble, apenas inclinada, donde serpentean lechos secos playos e  indecisos, a veces cubiertos de penitentes. Aquí, por un laberinto, pasa la frontera. Cada tanto encontramos viejos rastros en la arena, nuestros rastros del año anterior.

 

 

A unos 5.400 mts saliendo de la Cañada de los Grillos. Glaciar de la V al centro, justo encima del lugar del segundo campamento. El color claro es arena volcanica acida

 

 

La frontera a 5.700, camino al segundo campamento

 

 

Rodeamos algunas colinas, y  sobre los 5.800 mts. nos asomamos a un amplio valle sin desagüe, cubierto de viejas lenguas de hielo duro y viejo, modeladas por el viento, cubiertas de penitentes. Chile o Argentina ?  Cerca de una laguna medio congelada, detrás de una fea piedra que ofrece pésimo reparo instalamos el segundo campamento y como el año pasado, apenas intentamos acomodar el suelo aparecen trozos de viejas botellas de vidrio incrustadas en el permafrost!   Asi fuimos fuimos conectando estos restos con  aquella lata de te dejada de  la cumbre del 3 Quebradas: Fue durante ese ascenso cuando nació el proyecto de subir el Ojos del Salado por este lado. Siempre creímos que los Polacos habían ascendido la montaña por la ruta Argentina. Y si, de alguna forma,  con la misma visual, habíamos tenido  la misma idea que los Polacos ? Y sin saber habíamos seguido sus pasos ?   Es que en esta planicie enorme  habíamos ido a acampar detrás de la misma piedra?

 

 

A la izquierda de la carpa la piedra con los vidrios en medio de la cuenca sin desagüe. Arriba a la derecha el primer cordón interpuesto, bien al medio, contra el cielo el camino al Ojos...

El tercer día, enfundados con todo el abrigo, grampones y piqueta, nos entendemos con hielos vidriosos, campos de piedra pómez y algún pasaje empinado. Es un ascenso algo deprimente, tal vez por la altitud. Para entendernos hemos puesto nombre a los paisajes que recorremos: Dejamos a la izquierda el “Glaciar de la V”  y torcemos al norte hasta entrar al “Glaciar Tubular” que permite a media tarde atravesar a la derecha el “Primer Cordón Interpuesto” y acampar  en un llano a 6.400 mts., cerca de la ultima antecumbre del Ojos del Salado donde parece haber un poco mas de aire. Recién a partir de este lugar se libraría la verdadera batalla, encontrar el paso a la cumbre en este laberinto volcánico y conseguir desandar un trayecto demasiado largo.

Una dificultad del ascenso es la necesidad acampar a una altura inusual incluso para los Andes. Por eso habíamos aclimatado la semana anterior recorriendo buena parte de la puna Riojana y Catamarqueña, ingresando por la Laguna Brava desviando cerca de la frontera por el valle del Río Salado, volviendo por el Valle Ancho a la  Laguna Aparejos, luego el Campo Negro, la quebrada “7 de Enero”  y el valle de la Salina de la Laguna Verde.  En el camino habíamos ascendido un cerro virgen de 5.300 mts. que denominamos “ Pirca Redonda” por unos restos arqueológicos que había en la zona.

 

 

Saliendo del segundo campamento, al horizonte nevado hay unos 500 mts de desnivel. El glaciar de la V queda ya a la derecha.

 

 

Ultimo campamento. Piquito y Juan Pablo dan los ultimos toques a su palacio mientras al fondo Adrian observa nuestra carpa resignado.

 La madrugada del cuarto día nos encuentra a los manotazos y patadas, tratando de vestirnos todos juntos sin voltear el calentador que perezosamente derrite agua. Desde el comienzo, de la mano de  Adrián,  venimos sometidos a algo así como “la teoría del humano libre de mantenimiento”. Consiste en comer muy poco y lo que es peor, en fabricar el menor liquido posible. Ahora estamos irremediablemente deshidratados.

A las ocho tumbamos las carpas y arrancamos hacia el primer collado, que traspuesto da con un enigmático rasgo del paisaje al pie de la segunda antecumbre del Ojos del Salado. Se podría llamar “el canal marciano”, una terraza con apariencia aluvial a una altura estratosferica donde el agua en estado liquido casi no existe. Aunque todavía es muy temprano, precavido, empiezo a dejar de trecho en trecho algunas piedritas amontonadas.

 

 

Piquito, animoso, deja atras el “Canal Marciano”

 Meses después, cuando leímos el relato de la expedición Polaca, comprendimos que  probablemente desde el campamento de 5.800 metros, ellos subieran por el glaciar de la V, y recién después de atravesar por lo alto el primero y segundo cordón interpuesto desembocaran al pie del Ojos.  En el descenso se dieron cuenta del error y bajaron por nuestra vía.  Aunque las  cordadas Polacas habían subido  el Ojos y el 3 Cruces, lo hicieron simultáneamente. Wojszns y Szczepanski no habían tenido nuestra ventaja: la visual que desde el 3 Cruces deja ver este  zócalo monumental por donde estamos ascendiendo…. 

Nos asomamos a un segundo collado y no queda mas remedio que – durante horas - faldear un penoso tramo de penitentes cubiertos de nieve reciente, que como a los Polacos, dejo malos recuerdos.  A media mañana desembocamos en el tercer collado, “el collado de los dos colladitos”. ( zona del 3er.campamento polaco). Por primera vez tenemos a la vista la cima. Ni siquiera décadas de andar por estas montañas nos inmunizan de una engañosa proximidad de este doble promontorio de roca quebradiza, las cumbres argentina y chilena.

 

 

Hacia el collado “de los dos colladitos”. Despues de muchas horas todavía a 6.500 ….

 Volvemos a bajar una hondonada y empezamos el incomodo ascenso hasta el  hombro de la primera antecumbre del que se dilata demasiado: la “cercana” cumbre sigue a la misma distancia.  Por fin nos asomamos al filo que lleva a la cumbre principal, para nosotros un sitio de pesadilla, azotado por un huracán que arrastra fumarolas azufradas. La ilusión óptica se ha desvanecido, esta es una montaña muy alta. Tarde y a 100 mts. de la cumbre será inevitable que la noche se venga encima. Recién ahí me doy cuenta que, aunque vengan lento, mis  compañeros tiene tantas ganas de llegar como yo, así que dejo de desesperarme de impaciencia.  Por primera vez  vemos rastros: estamos en la ruta Argentina. Sobre dos plataformas damos con  unas piezas metálicas gruesas y pesadas, los restos del accidente del helicóptero del 15.3.84. En  tramos cortos superamos otra cuesta. Resignado a seguir subiendo me asomo sin ánimo a un nuevo cambio de pendiente que resulta ser la explanada cumbrera ! 

 

 

Ultimo collado, a unos 6.700 mts, detrás las cumbres

 

Restos del accidente del helicóptero de Murray y Tejos Echeverria, sobre los 6800 mts.

 Después de algunas fotos apuradas, con el sol demasiado acostado, dejamos la cima. Quisiera salir corriendo, pero la bajada es desesperantemente lenta. El crepúsculo nos toma alto y a  6.700 mts. la noche es fría.  Guillermo y yo ayudamos a Juan Pablo mientras Fernando se orienta.  Adrián insiste en quedar último a pesar de que ya no tiene ni linterna ni voz (esta afónico ). Después de algunas extrañas discusiones y ademanes de protesta (que no se porque señalan el cielo …) conseguimos que camine entre nosotros. Hay que moverse para no congelarse pero algunos están demasiado cansados. Las linternas, con las baterías heladas, se van apagando. Con cuidado desandamos camino, pero este no es un descenso normal, hay que atravesar terreno irregular e indeciso, todavía hay bastante por subir. Como era de esperar, comenzamos a extraviarnos. 

Porque sencillamente no seguimos los “way points” grabados durante la mañana ? Nosotros no estamos acá para coleccionar cumbres. Cuando  empezamos a subir montañas el GPS no existía y no vamos a manchar esta aventura orientándonos en un display digital. Nosotros somos de otra generación. No llevar GPS es nuestro privilegio, aprendimos siguiendo rastros, como los arrieros o los indios, y eso, un anacronismo, es lo que nos salva. Nos duelen los ojos de perseguir durante horas  un cascote desacomodado, una mancha en el hielo, el agujero de un grampon.  Es muy emocionante: caminando para arriba y abajo, mirando por el estrecho haz de la linterna se busca y rebusca. No lo que el lector piensa: acá no hay  huellas marcadas. Nos conformamos con una pequeña irregularidad, algo que no debería estar ahí, un promesa labrada horas antes en esta mezcla de pedregullo y nieve dura. A  veces son signos falsos, hasta que por fin… un agujerito que podría ser de la punta de un bastón de ski. Se sigue hacia donde debería, y diez metros mas adelante una suciedad en la nieve. Avanzamos esperanzados,  hasta que … dos piedritas acomodadas y enseguida nuestras huellas de la mañana, leves pero inconfundibles !

Medianoche en el Ojos del Salado.  Miles de hectáreas apenas onduladas, cubiertas de colinas rocosas emergiendo de la nieve. Aun con sol seria difícil dar con el campamento! Por suerte la primera parte del rastro quedo grabada en la nieve y bien tarde damos con el lugar. Fabricamos algo de agua y en ese estado lamentable, sin siquiera bajar el cierre de la carpa, nos vamos a dormir, cubiertos de hielo, pero contentos.   Solo bien avanzada la mañana del otro día empezamos a regresar. El frío va cediendo y las mochilas se van llenando con grampones y piquetas, la ropa de pluma, por fin con mitones y cubrepantalones.

Con el ultimo sol dejamos la planicie fronteriza y bajamos a la Cañada de los Grillos.

 

Dejando el ultimo campamento, los 3 Cruces al fondo, un crater a la izquierda.

 Juan Pablo no esta bien de salud. Pone toda su voluntad, toda su fuerza (que es mucha) y apenas puede caminar, pasa algo con la coordinación de los pasos. Detenerse y acampar ? Si empeora durante la noche deberemos cargar sus 100 kilos durante muchos kilómetros así que parece mejor seguir mientras se pueda. Sabemos que los vehículos están después del primer recodo de la cañada, pero de noche este paisaje es indescifrable. Por eso, en la era de las certezas, terminamos guiados por las estrellas. Al final la Cruz del sur deja de estar a la derecha y pasa al frente anunciando que la cañada ha girado, que solamente tenemos que seguir los márgenes del arroyo seco.

Bien tarde, debajo de unos acantilados espectrales, aparecen dos manchas borrosas, las camionetas. Por ahora hay que armar campamento.-

Aunque mañana dejemos las montañas, esta historia solo empezara a cerrar meses después, cuando por fin leamos relato Polaco.-

 

Ascencionistas del 2007 y 2008 desde la izquierda: Guillermo Bianchi, Glauco Muratti, Adrian Petrocelli, Juan Pablo Gustafsson, Fernando Arranz