Aterrizaje en la Jungla - 7a/A1 250mt -Gigantes
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- Escrito por Miguel Florian Kvarta
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Trepamos, escalamos duro y nos falta algo, hay cosas que no llegan ya a nuestro espíritu, estamos viejos mañeros ya, pero somos jóvenes. Buscamos misterio, exploración, lejanía, soledad, incertidumbre.
Unas horas a pie, una chotata que armamos en aquel col, rememorando costumbres ancestrales, y que ahora nos parece tan cercanas, un desfiladero por el que inevitablemente hay que mojarse hasta los tobillos. Pasamos a otro mundo, otro ambiente, aquí las cosas son distintas, valen más, hasta la amistad es otra, los recuerdos son otros, es este mundo de montañas salvajes y olvidadas que se te meten por las venas y embriagan el corazón.
Mientras espero a mis compañeros secandome los pies, recuerdo amigos, momentos vivídos aquí mismo hace unos años, con el Chango, con mi hermano ó con el Viejo aquel que me contara historias locas cuando nos metimos en esa primer ruta que jugábamos a abrir. Cuando rapelamos de noche, con niebla y sin linterna, mamando experiencia. De repente caigo en la cuenta, aquí nací para estas cosas, de esto me enamoré. De esos yuyos en los que hay que confiar para pasar un paso delicado, de esas fiduras sucias y de la piedra que hay que aprender a sentir golpeándola un poco para ver si es buena. Me enamoré de esto de jugar a abrir caminos, de descubrir con el alma, de buscar cosas que no existen y encontrar amistades para toda la vida.
Ahora vuelvo después de algunos años a este lugar y me abruman los recuerdos.
Ese primer clavo que pusimos aún esta, y es hermoso volver a encotrarse con él, ahí comienza un camino hacia arriba, es como una chotata en la pared, divide mundos, marca un cambio, simple como andar caminando senderos pero distinto, porque hay que hacerlo paso a paso, hay que entenderse con las malezas primero, y eso es hermoso.
Mi compañero le va entrando y me siento feliz de que el también descubra estas cosas, me mira asombrado detrás de una mata de yuyos fisureros, me muero de risa, seguramente piensa que estoy loco.
Llegamos al techo, recuerdo muy vívidamente al Chango en la reunión del pichote con su casco azul y lo extraño mucho, él ahora esta un poco lejos.
Esta es la parte más delicada, el Viejo la había abierto, sique siendo muy díficil para sacarla en libre, dos clavos buenos protegen un inevitable péndulo aéreo, un par de seguros más que no se entienden con la roca y zafan. ¡A la bosta todo! Un instante y estoy colgando de los clavos, lo veo al Juan salido de la reunión que me mira con un dejo de inquietud.
Resolvemos rápido el tema y a seguir, encuentro otro ángulo y ahora sí, ya estoy en la próxima reunión.
Entre tabaquillos encontramos otro largo interesante de setas de roca y pronto llegamos a la cumbre del mogote. Aquí se sienten otras cosas, se siente la amistad, la montaña y el esfuerzo.
Ya divisamos nuevos objetivos mientras cae la tarde, un último rapel en la noche y aterrizamos en una jungla de helechos y oscuridad, un arroyo, una cascada, el abrazo con un gran amigo, arriba nuestro la Vía láctea, vemos la cruz del sur y el último metro de cuerda que ya cae entre las hojas.
Aterrizaje en la jungla . 7a, A1, 250mts, R. Casas, G.Muratti, C. Y F. Kvarta, J.P. Mosconi.